sábado, 2 de enero de 2010

EL TANGO: TAMBIÉN DE URUGUAY / Carlos Rul-lan


• Carlos Rul-lan 2009-12-20
El país sudamericano lucha por dar a conocer al mundo que el célebre baile tuvo su origen en ambos lados del Río de la Plata


En Argentina entran cada año alrededor de 80 millones de dólares en turismo relacionado con el tango, una cifra que no tiene parangón —ni siquiera haciendo malabarismos de proporción demográfica— con lo que recibe anualmente el otro puerto donde nació este arte, Uruguay.
Y es que según apuntan expertos como Pedro Rubinstein, "hubo un momento en que Uruguay perdió el tango".
Un despropósito que la institución Joventango, la más antigua de Uruguay y de la que Rubinstein es presidente, intenta remediar desde hace 32 años y que desde los 90 parece que va dando sus frutos.
Si en las décadas de los 30, 40 y 50 del siglo XX este género musical empezó a desarrollarse en los márgenes del Río de la Plata, en los puertos de Buenos Aires y Montevideo, desde mediados de los 70 en Uruguay fue perdiendo fuerza y, como explicó Rubinstein, "ahí Argentina lo hizo mejor y salió a dar a conocer este arte por el mundo con la compañía Tango Argentino".
La desidia de las instituciones, el buen hacer del país vecino y la confusión que provocó el que dicha compañía se llamase Tango Argentino motivaron la errónea creencia de que el tango únicamente había nacido en el margen occidental del Plata.
Rubinstein apuntó que, si bien desde principios de los 90 ha habido una seria mejora en el desarrollo del tango en Uruguay, las autoridades del "paisito" no se dieron cuenta de que se estaba dejando de lado este "patrimonio inmaterial" hasta que en el año 2000 los atletas argentinos salieron a desfilar bajo el ritmo de La Cumparsita en la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos de Sydney.
La Cumparsita, considerado el tango más difundido a nivel mundial y creado por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez, es por decreto presidencial desde 1998 el himno popular y cultural de Uruguay.
En el mismo sentido, el director de promoción cultural de la Intendencia (Ayuntamiento) de Montevideo, Eduardo León Duter, enfatizó que también la milonga La puñalada y el vals Desde el alma, que son los más famosos, son de autores uruguayos.
Duter, que estuvo el mes pasado en Abu Dhabi junto a un representante del gobierno de Buenos Aires para la declaración por parte de la UNESCO del tango (englobando a su vez la milonga y el vals) como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, aclaró que "no quiere decir que seamos mejores o peores, sino que es un trabajo conjunto el que debemos hacer".
Es obvio que Buenos Aires, considerada sin duda alguna la capital mundial del tango, tiene unos recursos y un potencial que la pequeña Montevideo nunca alcanzará, pero, como propuso Rubinstein, toda esa gente que se desplaza a la capital argentina para sentir dónde y cómo nació el tango "podría pasar dos o tres días al otro lado del río y ver qué es lo que se está haciendo en Montevideo".
Porque, a pesar del protagonismo porteño, es por todos sabido y reconocido que los nebulosos inicios del tango fueron gestados por los inmigrantes europeos y afrodescendientes que recalaron en los sórdidos ambientes portuarios de ambos márgenes del Río de la Plata a principios del siglo XX.
"Sencillamente Uruguay siempre se preocupó más del Carnaval y del Candombe", criticó Rubinstein. Actualmente, para luchar contra ello, y como elemento esencial de soporte de la cultura tanguera, están las milongas, que, además de ser un género musical dentro del tango, también son los lugares donde la gente acude a bailar.
En Montevideo hay muchas milongas, pero destacan la de Las Musas, por su cálido ambiente, y la del Mercado de la Abundancia en la que se entremezclan jóvenes y mayores sin recato. Además del emblemático bar Fun Fun, en cuya barra se solía apoyar Carlos Gardel para degustar una uvita, trago característico del local.
Si uno conoce bien el circuito del 2x4 de la capital uruguaya, puede bailar tango todos los días de la semana en estos espacios donde el abrazo entre el hombre y la mujer cobra especial importancia.
A pesar de que todo el mundo es bienvenido, los asiduos a estos bailes tangueros detallan que cada milonga tiene sus propios códigos sutiles.
Por ejemplo, en algunas queda mal hacer muchas piruetas y en otras no es de buen ver que se bailen más de tres canciones seguidas con la misma pareja.
Aún así, para Rubinstein todo ese mundo no es tan cerrado como se podría pensar y manifestó que "lo importante aquí es que el mayor número de gente posible se acerque al tango".
En ese objetivo de acercar más y más uruguayos al tango existe la agrupación Avalancha tanguera, un colectivo que desde hace ocho años organiza una series de actuaciones en las plazas, barrios y bares de Montevideo para hacer bailar a la gente.
Juan Pablo Milsa, uno de los socios fundadores de Avalancha tanguera, explicó que en estos actos los miembros del grupo, muchos de ellos expertos bailarines de tango, pero otros no tanto, se distinguen mediante un lazo verde que significa que están dispuestos a bailar con cualquiera.
"No somos profesores, somos multiplicadores", sentenció Milsa, que a su vez, estimó en unas 400 las personas que han logrado adherir al mundo del tango desde su colectivo.
Ahora, muchas organizaciones tangueras de Montevideo esperan ver en qué se materializa ese trabajo conjunto, que ellos llevan realizando por su cuenta desde hace años, tras la declaración de la UNESCO.
Los logros serán compartidos entre Buenos Aires y Montevideo, dos ciudades separadas por un río donde los artistas uruguayos del tango aceptan sin resignación que tendrán que cruzar a la otra orilla para poder tener éxito y luces.
"Es una cuestión de mercado", coincidieron en señalar tanto el presidente de Joventango como el director de promoción cultural de Montevideo

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